jueves, 27 de noviembre de 2014

VIVIR SIN MIEDO


Si pudiéramos mirar a la enfermedad de la adicción separada de sus síntomas primarios- esto es, aparte del consumo de drogas u otras conductas compulsivas- y sin sus características más obvias, encontraríamos un pantano de temores centrados en uno mismo. Tenemos miedo a ser heridos, o tal vez de simplemente tener un sentimiento demasiado intenso, de tal manera que vive una especie de media vida, yendo a través de los movimientos de vivir pero sin estar completamente vivos. Tenemos miedo de todo lo que pueda hacernos sentir, así es que nos aislamos y retiramos. Tenemos miedo de que la gente no guste de nosotros, por eso consumimos para estar más cómodos con nosotros mismos. Tenemos miedo que nos agarren en algo y tengamos que pagar un precio, así que mentimos o trampeamos o herimos a otros para protegernos a nosotros mismos. Tenemos miedo de estar solos, así que usamos y explotamos a otros para evitar sentirnos solos o rechazados o abandonados. Tenemos miedo de no tener suficiente-de cualquier cosa- así que egoístamente perseguimos lo que queremos, no importándonos el daño que causemos en el proceso. Algunas veces, si hemos ganado cosas que nos importan en la recuperación, tenemos miedo de perder lo que tenemos, y empezamos a comprometer nuestros principios para protegerlo. Centrados en nosotros mismos, buscando nuestro propio temor, necesitamos desterrarlo para que no tenga más el poder de destruir.

Ayudándonos a responder:

¿A qué o a quién tengo miedo? ¿Por qué?
¿Qué he hecho para esconder mi miedo?
¿Cómo he respondido negativa o destructivamente a mi miedo?
¿Qué es lo que me da más miedo ver o sacar a la luz sobre mí mismo? ¿Qué creo que pasará si lo hago?
¿Cómo me he engañado  a causa de mi miedo?

SÍ, NOS RECUPERAMOS


Cuando al final del camino nos damos cuenta de que no podemos seguir funcionando como seres humanos, ni con drogas ni sin ellas, todos nos enfrentamos al mismo dilema: ¿Qué queda por hacer? Parece que hay dos alternativas: o continuamos lo mejor que podamos hasta el amargo final (cárceles, hospitales o la muerte) o encontramos una nueva manera de vivir. Años atrás, muy pocos adictos pudieron escoger esta segunda posibilidad. Hoy en día tenemos más suerte. Por primera vez en la historia, existe a disposición de todas nosotras y nosotros una sencilla herramienta, el deseo de dejar de consumir, que ha entrado en la vida de muchas adictas y adictos.

¿POR QUÉ ESTAMOS AQUÍ?


Antes de llegar al deseo de dejar de consumir no podíamos con nuestra vida. No podíamos vivir ni gozar de la vida como lo hacen otros. Teníamos que tener algo diferente y pensábamos haberlo encontrado en las drogas. Anteponíamos su consumo al bienestar de nuestras familias, parejas e hijos. Teníamos que tener drogas a toda costa. Hicimos daño a muchas personas, pero sobre todo nos lo hicimos a nosotros mismos. Debido a nuestra incapacidad para aceptar las responsabilidades personales, nos creábamos nuestros propios problemas. Parecíamos incapaces de afrontar la vida tal como es.

La mayoría nos dimos cuenta de que con nuestra adicción nos estábamos suicidando lentamente; pero la adicción es un enemigo de la vida tan astuto, que habíamos perdido la fuerza para poder detenernos. Muchos terminamos en la cárcel o buscamos ayuda en la medicina, la religión o la psiquiatría. Ninguno de estos métodos nos bastó. Nuestra enfermedad siempre reaparecía o seguía avanzando hasta que, desesperados, buscamos ayudarnos los unos a los otros en el deseo de dejar de consumir.

Después de llegar a el deseo de dejar de consumir nos dimos cuenta de que estábamos enfermos. Padecemos una enfermedad que no tiene cura conocida. Sin embargo, puede detenerse en un momento dado y la recuperación es entonces posible.

¿POR QUÉ ALGUNAS PERSONAS CON PROBLEMAS DE DROAGADICCÓN NO PUEDEN DEJAR DE CONSUMIR DROGAS?

Al principio casi todos los adictos creen que pueden dejar de usar drogas por sí mismos, y la mayoría trata de hacerlo sin recibir algún tipo de ayuda. Aunque algunas personas sí lo logran, muchos intentos fracasan cuando se quiere lograr la abstinencia a largo plazo. Las investigaciones han mostrado que el abuso de drogas a largo plazo produce cambios en el cerebro que persisten por mucho tiempo después de que se dejan de consumir las drogas. Estos cambios en la función cerebral inducidos por las drogas pueden tener muchas consecuencias sobre el comportamiento, lo que incluye la incapacidad para ejercer control sobre el impulso de usar drogas a pesar de las consecuencias adversas, característica determinante de la adicción.

El hecho de que la adicción tenga un componente biológico tan importante puede ayudar a explicar la dificultad para lograr mantenerse limpio si no se recibe ayuda. La presión psicológica del trabajo, los problemas familiares, una enfermedad psiquiátrica, el dolor asociado con problemas médicos, las señales sociales (como encontrarse con conocidos de la época cuando usaba drogas) o el entorno (como encontrarse en ciertas calles, ver algunos objetos o hasta sentir olores asociados con el uso de drogas) pueden despertar impulsos intensos de consumir drogas sin que la persona se percate cuál ha sido el factor desencadenante. Cualquiera de estos factores puede impedir una abstinencia sostenida y aumentar la probabilidad de una recaída. Sin embargo, las investigaciones indican que la participación activa del adicto o la adicta en un proceso de ayuda, muchas veces con un adicto en recuperación que ayuda a otro con sus experiencias, es un componente esencial para alcanzar buenos resultados y puede beneficiar incluso a las personas con las adicciones más severas.